Usualmente se entiende el desarrollo local de manera ambigua, en ocasiones se comprende como el desarrollo de localidades y municipios aislados, en otras se asocia a la prosperidad de diferentes negocios de una zona determinada, también se relaciona con el desarrollo endógeno resultado del aprovechamiento de los recursos específicos de un territorio e, incluso, con la aplicación de políticas con enfoques verticales para el desarrollo de un determinado polo o sector comercial. Al respecto, el desarrollo local es un enfoque integral en el que tienen que considerarse al mismo nivel los aspectos ambientales, culturales, sociales e institucionales de cada territorio y, por lo tanto, su promoción no se tiene que vincular exclusivamente al crecimiento económico.
Un crecimiento económico que se sustenta a través de una serie de actividades humanas que generan riqueza pero que, a la vez, muchas de ellas impactan negativamente en el medio ambiente al depender de una utilización ingente de recursos naturales. Hay que fomentar, pues, acuerdos de colaboración entre los principales actores públicos y privados de un territorio, posibilitando el diseño y la puesta en práctica de una estrategia de desarrollo común en base a aprovechar los recursos de manera circular y las ventajas competitivas locales en un contexto global. Una estrategia para la creación de empleo digno, para la diversificación de la economía local y para promover su crecimiento con el objetivo final de mejorar las condiciones de vida de las personas teniendo en cuenta el entorno natural del territorio y los criterios para un desarrollo local sostenible en base a la Agenda 2030 de la ONU.
El informe Brundtland, elaborado por la Comisión mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas, establece que el desarrollo sostenible es «aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones» y es aquí donde el mundo local juega también un papel esencial. En este sentido, las iniciativas más actualizadas para garantizar una intervención en beneficio del desarrollo local sostenible tienen sus principales ámbitos de perfeccionamiento en las redes de participación social, de cooperación empresarial, en la creación de infraestructuras y el suministro de equipamientos básicos, en la formación de las personas, en la comercialización y consumo de productos de proximidad, en las posibilidades del territorio de acceso a financiación y en la puesta en valor del patrimonio natural y cultural. Todo esto en beneficio de la población, de la economía local y del entorno natural, ya que se estimula el progreso económico y cultural, el respeto al medio ambiente, el crecimiento de las oportunidades y la consolidación de las redes colaborativas y cooperativas.
En definitiva, el objetivo fundamental es un desarrollo local equilibrado y sostenible para garantizar tener un futuro digno. Y esto pasa por aprovechar las fortalezas y oportunidades de cada territorio y su gente, creando nuevas oportunidades de trabajo y cooperando entre regiones y entre el sector público, el privado y la sociedad civil para fomentar tanto la viabilidad económica como la sostenibilidad ambiental y la equidad social.