Municipales verdes
Municipales verdes

Municipales verdes

Los partidos políticos presentan en sus programas electorales para las próximas elecciones municipales sus propuestas hacia un modelo más sostenible de sociedad para hacer frente a los retos del cambio climático. Algunas candidaturas lo hacen porque así lo creen realmente, otras porque simplemente está de moda –es la tendencia– y son partícipes del actual greenwashing, y otras –pocas por suerte– ni siquiera lo tienen en cuenta ya que niegan la evidencia científica de la grave crisis ecológica en la que estamos inmersos.

Desde el ámbito municipalista se puede hacer mucho trabajo por la sostenibilidad ambiental y el desarrollo sostenible en la línea de lo que establece la Agenda 2030 de la ONU. Promover municipios más eficientes energéticamente, que apuesten por las renovables y su generación, y por una gestión más cuidadosa y eficiente del agua por su valor y por su escasez. En este sentido, urbanismo y movilidad son dos áreas claves para esta transformación, pero también lo son otras áreas como, por ejemplo, la de la práctica deportiva sostenible. Al respecto, algunas políticas públicas a llevar a cabo tienen que ir dirigidas a potenciar una movilidad sostenible dentro de los pueblos y ciudades y también entre municipios, a mejorar la calidad ambiental urbana –sobretodo en las grandes ciudades donde hay un problema real de salud–, a fomentar la educación ambiental, a apostar por el transporte público colectivo, a reducir los residuos, a reutilizar más y a reciclar mejor.

Dentro de los retos por paliar la crisis climática pero también para adaptarse a sus consecuencias hay el de la creación, proliferación y conservación de los llamados refugios climáticos. Unos espacios –interiores y exteriores– que proporcionan confort térmico a la población, mientras mantienen otros usos y funcionalidades, y que van especialmente dirigidos a personas vulnerables al calor y al frío. Un ejemplo son los parques urbanos adaptados con accesibilidad para personas con movilidad reducida, con presencia elevada de verde urbano y que disponen de fuentes de agua y asientos; unos espacios para resguardarse de las olas de calor.

El fomento de unos barrios, pueblos y ciudades más sostenibles no será fácil y habrá muchos palos en las ruedas y reticencias, pero la apuesta hacia una economía transformadora al servicio de las personas y respetuosa con el medio ambiente tiene que ser decidida. En este sentido, potenciar la economía circular y las propuestas planteadas desde la economía social y solidaria son clave. Una economía más arraigada al territorio y que promueve alternativas locales más vinculadas al desarrollo sostenible, al no derroche de recursos y a la reutilización de productos. Así mismo, ampliar y difundir el Pacto de los Alcaldes y las Alcaldesas por el Clima y la Energía con la intención de intercambiar experiencias e implementar las buenas prácticas también ayudará a avanzar hacia la sostenibilidad de nuestro entorno más inmediato.

Ya sabemos que el papel lo aguanta todo, y más el de los programas electorales pero es por eso que una ciudadanía empoderada, concienciada y sensibilizada tiene que presionar para que el cambio hacia pueblos y ciudades verdes sea una realidad y no quede –como tantas otras veces–, en papel mojado después de las elecciones.